sábado, 6 de octubre de 2018

La Generación de la Crisis

La Generación de la crisis.

Estos días he estado realizando entrevistas a candidatos para un puesto de responsable de calidad para una empresa agroalimentaria.
Me ha resultado muy impactante en primer lugar la dificultad en conseguir candidatos, y en segundo lugar que una parte de los que finalmente llegaron, fuesen personas de 30 años con repletos curriculums pero sin experiencia profesional alguna.
Era patente su relativa falta de vocación y la impresión de que el Cv se había ido rellenando sin un objetivo final. Me entristeció enormemente sus ganas de hacer "cualquier cosa".  Debo decir que ninguno de ellos parecía vivir en el stress de no llegar a fin de mes. Se diría que se habían acomodado al soporte de padres o pareja y al nivel de disponibilidad.

Quizás los propios padres y entorno medio burgués hemos tenido algo que ver con esta aproximación a la vida, que sin lugar a dudas la crisis económica ha precipitado. Es obvio que no todos los jóvenes han transitado su etapa de la misma forma.

Pero es indiscutible, haber vivido entre los 20 y los 30 en una atmósfera  en la que se respiraba pesimismo y falta de horizontes, ha llevado a muchos jóvenes a sumar preparación sin vocación ni objetivo.

Lo cierto es que el país tiene una deuda con ellos. Una deuda de confianza y oportunidad. Al mismo tiempo el país tiene un capital oculto, durmiente,  que con una mínima complicidad entre la empresa y la administración, con políticas adecuadas que incentivaran para la contratación de los jóvenes en estas circunstancias, bien pudiera provocar un impacto económico imprevisible.

La tarea no es fácil. El día a día en el desempeño de cualquier función en la empresa, está intelectualmente muy por debajo de la capacitación académica de estos jóvenes. El riesgo de frustración en los primeros empleos es enormemente elevado. Al mismo tiempo, la productividad de estos primeros empleo tampoco sustenta salarios acordes a la expectativa de alguien que aun sin rumbo se ha ido preparando sine die.  La capacidad de motivación, encuadre y formación específica del empleador va a ser clave para aflorar el activo de conocimiento y hacerlos rentables para la empresa al tiempo que devolvamos a nuestros jóvenes su oportunidad de desarrollo personal a través del trabajo.

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